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Tiempo de Pascua


 

 

¿Que es la Pascua?

La fiesta principal de la Iglesia

La pascua es la fiesta principal y mas antigua de los cristianos. Es el corazón del año litúrgico. León I la llama la fiesta mayor (festum festorum)y dice que la Navidad se celebra en preparación para la Pascua (Sermón xvii en Exodum). 

La pascua conmemora la Resurrección del Cordero Inmolado: Jesucristo. Manifiesta la victoria ganada en la Cruz por Jesús sobre el demonio. Los hombres estábamos bajo la esclavitud de Satanás pero en Cristo tenemos vida nueva.   

La fiesta de la Pascua vincula el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Hay una continuidad histórica y religiosa entre La Pascua judía y la cristiana ya que Cristo murió el primer día de la fiesta judía de la Pascua, que celebra la liberación por mano de Dios del pueblo judío de la esclavitud de Egipto. 

Tiene además un profundo simbolismo ya que la muerte de Jesucristo cumple la Antigua Ley, sobre todo en lo referente al cordero pascual que los judíos comen la noche víspera del 14 de Nisan.  Cristo, es inmolado el mismo día de la pascua judía, en que se inmolaban los corderos en el templo. Jesús es el Cordero Pascual que nos libera del pecado.  Por eso nuestra pascua, como la judía recuerda el paso de Israel por el Mar Rojo, el cordero pascual, la columna de fuego que guiaba a Israel, etc.  Pero ahora con un significado mas completo.

En el Nuevo Testamento, san Lucas describirá el anuncio hecho a los discípulos de la muerte de Jesús, en la transfiguración, como su éxodo que debía cumplirse en Jerusalén (9, 31, cf. Jn 13, I al hablar de su paso de este mundo al Padre, en el momento de la pascua). Es probable también que la imagen del cordero inmolado, en Is 53, 7, implicaba desde el principio una referencia pascual. En todo caso, san Pablo describirá la pasión salvadora de Cristo diciendo: "Cristo, nuestra pascua, ha sido inmolado" (I Cor 5, 7).

Así, por una parte, la celebración pascual se convertirá para los cristianos en la celebración de la muerte y de la resurrección del Salvador, y la pascua judía, con todo lo que había significado para los judíos en la primera alianza, será para ellos la fuente principal de su interpretación de la pasión. Ya en la primera epístola de san Pedro vemos superponerse a este tema e1 del bautismo, celebrado de antiguo con preferencia en la noche pascual. Pasado Él mismo de este mundo a su Padre por la cruz, Cristo nos transporta tras Él, no ya simplemente del Egipto material a una tierra prometida que no lo era menos, aunque uno y otra estuvieran ya llenos de evocaciones espirituales, sino "del reino de las tinieblas al reino del Hijo" (Cal 1, 13), que es lo mismo que la entrada en participación de "la heredad de los santos en la luz" (v. 12).

Así el misterio de Cristo, tal como lo explicará san Pablo y como lo celebrará toda la liturgia de la antigua Iglesia, es el misterio pascual, es decir, el que se cumplió en la pascua, que la pascua cristiana conmemora, y que constituye la pascua definitiva de la nueva y eterna alianza.

La parusía de Cristo será finalmente descrita a su vez como el definitivo cumplimiento de esta pascua en la eternidad (cf Lc 22, 16 y Mt 26, 29).

¿Como se determina la fecha de la pascua y otras fiestas movibles?

La fecha de la pascua es variable. La razón es la conexión entre la pascua judía y la cristiana. La Iglesia determina la fecha de la pascua cada año según el calendario judío que es diferente al nuestro.   

El calendario judío es lunar (tiene 354 días y se basa en las fases de la luna) mientras que el nuestro es solar. Cada cuatro años los judíos intercalan un mes a su calendario, no según un método definido sino arbitrariamente por orden del Sanedrín. 

Los judíos comen el cordero pascual la víspera del 15 de Nisan, o sea el 14 por la noche. (Nisan es el primer mes del calendario judío). Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre judía la víspera de la Pascua, o sea, el 14 de Nisan. Murió en la cruz el 15 de Nisan y resucitó el 17 de Nisan. Resulta que en aquel año el 15 de Nisan cayó en viernes y por lo tanto el 17 de Nisan cayó en domingo (que en aquella época no se llamaba "domingo"). 

La diferencia entre los calendarios (judío y romano) dio lugar a numerosas controversias sobre la fecha para la celebración de la pascua. Los judíos cristianos continuaron usando el calendario judío para la pascua. Celebraban la pasión el 15 de Nisan y la pascua de resurrección el 17 de Nisan (fuese o no domingo ese año). En el resto del imperio, sin embargo, se tomó en consideración que Jesús históricamente resucitó el domingo. Celebraban basado en el domingo, fuese o no ese año el 15 de Nisan. Además, todos los domingos se celebra a la fiesta de la Resurrección.

Pero quedaba un problema: ¿Cual domingo preciso escoger para la celebración anual de la pascua?. No todos los cristianos celebraban el mismo día la pascua. Ya desde el siglo III se consideraba que, según el calendario romano, Jesús murió el 25 de Marzo y resucitó el 27 (Computus Pseudocyprianus, ed. Lersch, Chronologie, II, 61). Algunos obispos celebraban la pascua según esas fechas fijas. La Iglesia Romana, basada en la autoridad de San Pedro y San Pablo celebraba la Pascua el primer domingo después de la primera luna llena después del equinoccio de primavera. Este domingo siempre cae entre el 22 de Marzo y el 25 de Abril.

El Primer Concilio de Nicea (325) decretó que la práctica romana para determinar el domingo de Pascua debe observarse en toda la Iglesia. En referencia al domingo de pascua se calculan las otras fiestas movibles del calendario litúrgico.

La Iglesia ortodoxa celebra la pascua otra fecha, según el calendario Juliano (ortodoxo ruso).

La Temporada de la Pascua

Siendo la fiesta mas importante de la liturgia, la pascua se celebra por 50 días, desde el domingo de Pascua hasta Pentecostés.  Según la liturgia actual, la cuaresma termina en la tarde del Jueves Santo con la liturgia de la Cena del Señor que da comienzo al Triduo Pascual.  El Viernes Santo se hace el "ayuno pascual" que se continúa el sábado santo, preparatorio a la gran celebración pascual .  El triduo culmina en la Vigilia Pascual del sábado por la tarde.

Los primeros ocho días de la pascua constituyen la octava  y se celebran como solemnidades del Señor. 

El agua bendecida en la Vigilia pascual se usa para los bautismo en toda la temporada de pascua. 

En el día 40 de la pascua se celebra la ascensión del Señor y los 9 días de la ascensión a Pentecostés (la novena original) son días de intensa preparación para la venida del Espíritu Santo. 

Las lecturas de la Palabra de Dios de los domingos de este Tiempo en la Santa Misa están organizadas con esa intención. La primera lectura es siempre de los Hechos de los Apóstoles, la historia de la primitiva Iglesia, que en medio de sus debilidades, vivió y difundió la Pascua del Señor Jesús. La segunda lectura cambia según los tres ciclos: la primera carta de San Pedro, la primera carta de San Juan y el libro del Apocalipsis.

El Triduo Pascual

La palabra triduo en la práctica devocional católica sugiere la idea de preparación. A veces nos preparamos para la fiesta de un santo con tres días de oración en su honor, o bien pedimos una gracia especial mediante un triduo de plegarias de intercesión.

El triduo pascual se consideraba como tres días de preparación a la fiesta de pascua; comprendía el jueves, el viernes y el sábado de la semana santa. Era un triduo de la pasión.

En el nuevo calendario y en las normas litúrgicas para la semana santa, el enfoque es diferente. El triduo se presenta no como un tiempo de preparación, sino como una sola cosa con la pascua. Es un triduo de la pasión y resurrección, que abarca la totalidad del misterio pascual. Así se expresa en el calendario:

Cristo redimió al género humano y dio perfecta gloria a Dios principalmente a través de su misterio pascual: muriendo destruyó la muerte y resucitando restauró la vida. El triduo pascual de la pasión y resurrección de Cristo es, por tanto, la culminación de todo el año litúrgico.

Luego establece la duración exacta del triduo:

El triduo comienza con la misa vespertina de la cena del Señor, alcanza su cima en la vigilia pascual y se cierra con las vísperas del domingo de pascua.

Esta unificación de la celebración pascual es más acorde con el espíritu del Nuevo Testamento y con la tradición cristiana primitiva. El mismo Cristo, cuando aludía a su pasión y muerte, nunca las disociaba de su resurrección. En el evangelio del miércoles de la segunda semana de cuaresma (Mt 20,17-28) habla de ellas en conjunto: "Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, y al tercer día resucitará".

Es significativo que los padres de la Iglesia, tanto san Ambrosio como san Agustín, conciban el triduo pascual como un todo que incluye el sufrimiento de Jesús y también su glorificación. El obispo de Milán, en uno de sus escritos, se refiere a los tres santos días (triduum illud sacrum) como a los tres días en los cuales sufrió, estuvo en la tumba y resucitó, los tres días a los que se refirió cuando dijo: "Destruid este templo y en tres días lo reedificaré". San Agustín, en una de sus cartas, se refiere a ellos como "los tres sacratísimos días de la crucifixión, sepultura y resurrección de Cristo".

Esos tres días, que comienzan con la misa vespertina del jueves santo y concluyen con la oración de vísperas del domingo de pascua, forman una unidad, y como tal deben ser considerados. Por consiguiente, la pascua cristiana consiste esencialmente en una celebración de tres días, que comprende las partes sombrías y las facetas brillantes del misterio salvífico de Cristo. Las diferentes fases del misterio pascual se extienden a lo largo de los tres días como en un tríptico: cada uno de los tres cuadros ilustra una parte de la escena; juntos forman un todo. Cada cuadro es en sí completo, pero debe ser visto en relación con los otros dos.

Interesa saber que tanto el viernes como el sábado santo, oficialmente, no forman parte de la cuaresma. Según el nuevo calendario, la cuaresma comienza el miércoles de ceniza y concluye el jueves santo, excluyendo la misa de la cena del Señor 1. El viernes y el sábado de la semana santa no son los últimos dos días de cuaresma, sino los primeros dos días del "sagrado triduo".

El Cirio Pascual

Es el símbolo más destacado del Tiempo Pascual. La palabra "cirio" viene del latín "cereus", de cera. El producto de las abejas. El cirio más importante es el que se enciende en la vigilia Pascual como símbolo de cristo – Luz, y que se sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado.

El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua del Señor Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza nueva en el año concreto que vivimos. Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas u gloriosas del Señor en la Cruz.

En la procesión de entrada de la Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cristo: "Luz de cristo. Demos gracias a Dios", mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el cirio en la columna o candelabro que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de incensarlo, el solemne Pregón Pascual.

Además del simbolismo de la luz, el Cirio Pascual tiene también el de la ofrenda, como cera que se gesta en honor de Dios, esparciendo su Luz: "acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios... Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche".

El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés. Una vez concluido el tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el bautisterio. El Cirio Pascual también se usa durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.

¿Verdaderamente resucitó Jesucristo?

Entre uno de los rasgos característicos de la figura de Jesucristo, que contrasta tremendamente con su condición divina, fue la humillación extrema que sufrió en la hora de su muerte. Una paradoja absoluta. El que ha manifestado ser el propio Hijo de Dios, aquel que reunía a las multitudes y arrastraba tras sí a los discípulos, muere solo, abandonado e incluso negado y traicionado por los suyos.

También este rasgo es único: es el único Dios humillado de la historia. Además, va a la muerte como al núcleo principal de su misión. Y el Evangelio ve en la cruz el lugar en que resplandece la gloria del amor divino.

Los evangelios narran, por otra parte, las dificultades que experimentó, incluso con sus propios discípulos, para lograr que sus contemporáneos aceptaran la idea de un mesianismo espiritual cuya realización pasaría, no por un triunfo político, sino por un abismo de sufrimiento, como preludio al surgir de un mundo nuevo, el de la Resurrección.

Y la descripción de la figura de Cristo en los evangelios concluye con otro rasgo singular: el testimonio de su resurrección de entre los muertos. No hay ningún otro hombre del que se haya afirmado seriamente algo semejante.

La muerte de Jesucristo y la causa de su condena, son dos hechos materialmente inscritos en la historia, y que, como después veremos, nadie ya se atreve a negar: Jesucristo fue históricamente crucificado bajo Poncio Pilato a causa de su reivindicación divina.

El hecho de su resurrección, sin embargo, sí es negado por algunas personas, que afirman que no se trata de algo empíricamente comprobable, y que por tanto sus apariciones después de muerto tendrían que deberse a una ilusión óptica, una sugestión o algún tipo de alucinación, producida sin duda por su deseo de que resucitara.

Considero muy creíble que Dios, haga cosas extraordinarias si lo considera necesario. Lo que me sorprender es la capacidad de algunos creyentes para aceptar explicaciones mucho más difíciles de creer que un milagro: cualquier cosa, todo, antes que admitir que Dios pueda hacer algo que se salga de lo ordinario.

Algunos explican la Resurrección hablando de ilusiones ópticas, y habría que recordarles quizá que la reacción de los discípulos ante las primeras noticias de la resurrección de Cristo fue inicialmente escéptica (estaban sombríos y abatidos, y aquel primer anuncio les pareció un desatino), y difícilmente se producen sugestiones, alucinaciones o ilusiones ópticas (y menos aún si tienen que ser colectivas) entre personas en actitud escéptica. Además, tampoco se explicaría por qué esas sugestiones sólo duraron cuarenta días, hasta la Ascensión, y después ya nadie volvió a tenerlas.

Los guardias que custodiaban el sepulcro dijeron -y después lo han repetido muchos otros- que los discípulos robaron el cuerpo mientras ellos dormían: curioso testimonio el de unos testigos dormidos, y poco concluyente para intentar rebatir algo que -durante su supuesto sueño- les fue imposible presenciar.

Sin embargo, el testimonio de la Resurrección dado por los apóstoles y por los primeros discípulos satisface plenamente las exigencias del método científico. Es de destacar, sobre todo, el asombroso comportamiento de los discípulos al comprobar la realidad de la noticia por las múltiples apariciones de Jesucristo.

Si esas apariciones no fueran reales, no se explicaría que esos hombres que habían sido cobardes y habían huido asustados ante el prendimiento de su maestro, a los pocos días estén proclamando su Resurrección, sin miedo a ser perseguidos, encarcelados y finalmente ejecutados, afirmando repetidamente que no pueden dejar de decir lo que han visto y oído: el milagro portentoso de la Resurrección, del que habían sido testigos por aquellas apariciones, y que había transformado sus vidas.

La historicidad es de tal índole que la única explicación plausible del origen y del éxito de esa afirmación es que se trate de un acontecimiento real e histórico.

Por otra parte, el testimonio de los evangelios sobre la resurrección de Jesucristo es masivo y universal: todo el conjunto del Nuevo Testamento sería impensable y contradictorio si el portador y el objeto de su mensaje hubiese terminado simplemente con el fracaso de su muerte infamante en una cruz.

Jesús vuelve...

Con la segunda venida de Jesucristo se instalará definitivamente el Reino de Dios y será vencido para siempre el poder del mal y del demonio.

No sabemos el tiempo de la segunda venida de Jesucristo; Dios no ha querido revelarlo. Quiere que estemos siempre bien preparados para ese encuentro con El.

Con el retorno del Señor Jesús están relacionados: el fin del mundo presente, la resurrección de los cuerpos y el juicio universal. Jesucristo será el justo Juez que dará a cada uno según sus obras.

¿Volverá el Señor a aparecer visiblemente en la tierra?

  • Sí, el Señor Jesús volverá a aparecer visiblemente en la tierra al fin del mundo, cuando venga a juzgar a los vivos y a los muertos.

¿Sabemos cuando será el fin del mundo?

  • No sabemos cuando será el fin del mundo; en consecuencia, siempre debemos estar preparados.

¿Qué entendemos al decir que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos?

  • Al decir que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos entendemos que el Señor Jesús al fin del mundo juzgará a todos los hombres y dará a cada uno el premio o castigo que hubiere merecido.

Así vivían la Pascua en los primeros siglos

Aquí encontrará una serie de textos, en los que se muestran algunos rasgos significativos de cómo entendían y vivían el misterio santo de la Pascua las primeras generaciones cristianas. Son textos muy significativos para nosotros hoy, y una ayuda espléndida para respirar más plenamente, en los umbrales ya del tercer milenio cristiano, el aire fresco de la fe en la Resurrección de Cristo, primicia de la nuestra, fuente de esperanza cierta y manantial inagotable de ese Amor que el mundo entero necesita más que ninguna otra cosa

Con una Piedra en el Sepulcro

El 14 [del mes de Nisán] es la verdadera Pascua del Señor, la gran inmolación: en lugar del cordero, el Hijo de Dios; Aquel que fue atado y, sin embargo, ató al fuerte; que fue juzgado, y es Juez de vivos y muertos; que fue entregado en manos de los pecadores para ser crucificado; que fue traspasado en su santo costado, e hizo brotar del mismo el doble baño de la purificación: el agua y la sangre, la Palabra y el Espíritu; que fue sepultado en el día de la Pascua, con una piedra cerrando el sepulcro. (Apolinar de Hierápolis (siglo II)

El Misterio del Bautismo

En los años anteriores, el Señor, celebrando la Pascua, comió el cordero pascual inmolado por los judíos. Pero una vez que hubo predicado el Evangelio, siendo Él mismo la Pascua, el cordero de Dios, que era llevado como oveja al matadero, enseguida explicó a los discípulos el misterio de estas imágenes, y esto el día 13 [de Nisán], cuando le preguntan: ¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer la Pascua? Era el mismo día en que tenía lugar la santificación de los ázimos y la preparación de la fiesta. Por eso san Juan describe en ese día el lavatorio de los pies de los discípulos, que el Señor realiza justamente como preparación. Fue, pues, al día siguiente en el que nuestro Señor murió, siendo Él mismo la Pascua inmolada por los judíos.

Por eso el 14 [de Nisán], el día de su muerte, a primera hora de la mañana, habiéndolo conducido a Pilatos, los sumos sacerdotes y los escribas no entraron en el pretorio para no contaminarse y poder así comer la Pascua, por la tarde, sin impedimentos. Con este preciso cálculo de días concuerdan todas las Escrituras y los evangelios en plena armonía. Lo confirma también la resurrección; resucita el tercer día, que corresponde al primer día [de la fiesta judía] de Las Semanas de la cosecha, cuando estaba prescrito que el sacerdote ofreciese un haz.

Escucha lo que dice el profeta: El Señor nos resucitará después de dos días y al tercer día, resucitados, viviremos en su presencia. El primer día es para nosotros la Pasión del Salvador; el segundo, el de su descenso al lugar de los muertos; el tercero es el día de la resurrección. Si el apóstol san Pablo nos enseña que en estas palabras se esconde el misterio del bautismo, es necesario que aquellos que son bautizados en Cristo sean bautizados en su muerte y sean también sepultados con Él, y con Él resuciten de la muerte al tercer día. Cuando, por tanto, tú hayas recibido el misterio del tercer día, entonces Dios comenzará a guiarte y a mostrarte el camino de la salvación. (Orígenes (siglo III)

Victoria sobre la Muerte

La Pascua verdadera es la abstinencia del mal, el ejercicio de la virtud y el paso de la muerte a la vida. Es esto lo que se aprende de la imagen antigua. Entonces se esforzaban en pasar desde Egipto a Jerusalén; ahora nosotros nos esforzamos en pasar de la muerte a la vida. Entonces, del Faraón a Moisés; ahora, del diablo al Salvador.

Ayunamos pensando en la muerte, para poder después vivir. Vigilamos sin tristeza, pero más bien como gente que espera al Señor que vuelve del banquete, para volverse a encontrar entre nosotros y anunciar cuanto antes el signo de la victoria sobre la muerte.  (San Atanasio (siglo IV)

A Pan y Agua

Los seis días de la Pascua transcurren para todos a base de comer sólo pan, sal y agua, al atardecer. Los más piadosos prolongan el ayuno hasta dos, tres y cuatro días, y algunos toda la semana, hasta el canto del gallo, al despuntar el domingo, vigilando todos los seis días y celebrando las asambleas en los seis días y en toda la Cuaresma, de la hora nona a la de vísperas. En algunos lugares se hace la vigilia en la noche que sigue a la feria quinta, hasta el despuntar de la Pascua, y en la noche del domingo.  (San Epifanio (siglo IV)

Como entre nosotros

El sábado se prepara la vigilia pascual en la iglesia mayor, es decir, en el Martyrium. La vigilia pascual se desarrolla como entre nosotros; además, aquí sólo se da el hecho de que los neófitos, una vez bautizados y puesta la vestidura blanca, son conducidos enseguida, apenas salidos de la fuente, a la Anástasis (lugar de la celebración eucarística), junto con el obispo. El obispo traspasa las puertas de la Anástasis; se recita un himno y el obispo pronuncia una oración para ellos; luego retorna con ellos a la iglesia mayor, donde el pueblo está en vigilia. Aquí se hace lo mismo que entre nosotros y, después de la oblación, tiene lugar la despedida. Después de la despedida, que sigue a la vigilia en la iglesia mayor, inmediatamente, al canto de himnos, se nos conduce a la Anástasis. Aquí se lee de nuevo el pasaje evangélico de la resurrección, se hace una plegaria y el obispo repite la oblación. La vigilia concluye aquel día a la misma hora que entre nosotros. (Del Itinerario de Egeria (siglo IV)

Mis hermanos y señores

Estos días, como todos saben, nosostros celebramos la Pascua, y en ellos se canta el Aleluya. Debemos, sin embargo, hermanos, poner mucha atención para comprender con el alma aquello que celebramos visiblemente. Pascua es una palabra hebrea que significa paso; en griego [suena] pásjein, padecer, y en latín pascere, en el sentido con que se dice: Apacentaré a los amigos. ¿Quién es el que celebra la Pascua sino quien pasa de la muerte de los propios pecados a la vida de los justos, como dice el Apóstol: Hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos? ¿Quién es el que celebra la Pascua sino quien cree en Aquel que ha padecido en la tierra, para reinar con Él en el cielo? ¿Quién es el que celebra la Pascua sino quien apacienta en los hermanos a Cristo? Él, en efecto, ha dicho de los pobres: Quienquiera que lo haya hecho a uno de los míos más pequeños, me lo ha hecho a mí. Cristo está ascendido en el cielo y es indigente en la tierra; interpela al Padre por nosotros y aquí abajo pide el pan desde nosotros. Por eso, mis hermanos y señores, si queremos celebrar una Pascua saludable, pasemos de los pecados a la justicia, padezcamos por Cristo, apacentemos en los pobres a Cristo.

En los años anteriores, el Señor, celebrando la Pascua, comió el cordero pascual inmolado por los judíos. Pero una vez que hubo predicado el Evangelio, Él mismo se convirtió en el Cordero de Dios»

«¿Quién es el que celebra la Pascua sino quien cree en Aquel que ha padecido en la tierra, para reinar con Él en el cielo?» (San Agustín (siglo IV)

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