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ESTACIONES DE LA CRUZ - VÍA CRUCIS
Jesús hacia el Calvario


Señor Jesucristo, Dios mío, vengo con humildad ante tu Presencia. Vengo a acompañarte a Ti y a tu Madre Santísima hacia el Calvario, concédeme sentir por Ti los sentimientos tiernos de nuestra Madre Santísima.

Recemos las estaciones de la cruz con un corazón humilde y constrictor, después de todo es por causa de nuestros pecados que Jesús tuvo que morir por nosotros.

Se acostumbra decir al entrar en cada estación:

"Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén"

Después de cada estación recitamos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Para entrar en el Espíritu de la Pasión, pidámosle a la Virgen María que nos ayude a vivir la pasión como Ella lo hizo:
Madre Santa, Virgen María, ayúdame a ver con tus ojos, a escuchar con tus oídos, a sentir con tu corazón y a entender con tu sabiduría. Ayúdame a conocer las profundidades del Amor de Cristo tu Hijo y la amargura de tu Inmaculado Corazón.


Primera Estación - Jesús es condenado a muerte

Te adoramos Jesús, y te bendecimos,  que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Señor; escucha mi oración. Tú que eres fiel, atiende a mi súplica; Tú que eres justo, escúchame. No llames a juicio a tu siervo, pues ningún hombre vivo es inocente frente a  Ti (Salmo 142, 1-2)

¿Cuánto miedo tuviste, Señor?
Si el sudor de sangre ya había humedecido tu rostro en el huerto y la agonía la estabas ya viviendo.
¿Cómo pude levantar mi mano contra Ti y apurar tu condena?
Y sigo con la mano levantada para hacerte morir en cada pobre que no ayudo, en cada gesto de molestia con el otro, en cada ruego que no escucho.
Ni una queja salió de tus labios, ni un reproche.
Como ahora, en que esperas, paciente, que te hable cada noche. Dame fuerzas, Señor, para estar junto a Ti, para no quedarme fuera del palacio donde fue tu condena; para no levantar mi mano contra otros injuriando, murmurando, envidiando.
Tu silencio, tu humildad, las necesito, Señor, para caminar junto a Ti, para tomarte la mano y decirte que te quiero en cada instante que pasas a mi lado vestido pobremente, enfermo, con frío, llorando, pidiendo.

Oración: Jesús, Tu eres niño, como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón.
Tiritando estás de frío y buscando vas calor, aunque caliente muy poco, aquí está mi corazón.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Segunda Estación - Jesús es cargado con la cruz

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Enséñame, Señor; tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.  (Salmo 85, 11)

Te puse una corona de espinas y laceré tu cuerpo con los golpes y el azote.
Te puse la cruz sobre los hombros y la cargué con mis pecados, con la soberbia y la avaricia, con las penas y aflicciones que nacen de mi propia maldad.
La tomaste con amor y, de nuevo, con silencio.
Enséñame, Jesús, a abrazar mi cruz, a quererla, a aceptarla y seguir caminando junto a ti, sin renuncias, sin temores.
Me pesa, Señor, abandonarla a cada instante y sentarme a la orilla del camino de la vida y ver cómo ya vas por el sendero del Calvario, solo, cuando yo debería estar allí, para ayudarte en el que está acongojado, abandonado, llagado por el dolor o lacerado por la necesidad.
Pero muéstrame tu rostro querido, para que no flaquee con esta cruz que me ha tocado, que no la quería, Señor, pero si me la has dado es porque sólo así podré acurrucarme un día, a tu lado.

Oración: Señor, ¿qué tengo yo que mi amistad procuras? ¿Qué interés se te sigue,
Jesús Mío, que a mi puerta, cubierto de rocío, pasas las noches del invierno a oscuras?

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Tercera Estación - Primera caída de Jesús

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Mi alma espera en el Señor; espera en su palabra; mi alma aguarda el Señor,  más que el centinela la aurora. (Salmo 129, 5-6)

Las piedras que he puesto en tu senda divina y el peso de mis faltas tu cuerpo han doblado y has caído, ya cansado, por mi abandono, agobiado.
Dame fuerzas, Señor, para endulzar el camino de otros hombres que van cargados con sus cruces y, para aliviarles el peso de sus penas o quebrantos.
Dame fuerzas para no abandonar mi propia cruz y acudir a consolar del desvalido el llanto. No permitas que me quede allí, acariciando ilusiones, mientras veo indolente, cómo otros caen y yo no acudo a levantarlos.
Deja que mi cansancio sea el reposo de otros hombres y mi dolor sea su alivio.
Cuando yo me doble bajo el madero de mi cruz, acude en mi socorro, no tardes en auxiliarme, para que no me quede allí, sin sostén en mis flaquezas.
Porque te quiero, Señor, sólo porque te quiero.

Oración: Dame licencia, Señor, para que deshecho en llanto, pueda en vuestro rostro Santo llorar lágrimas de amor. Bendigo tu piedad, pues me llamas a quererte, como si de mí tuviera, tu amor, necesidad.

 Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Cuarta Estación - El encuentro de Jesús con su Madre

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Sólo en Dios descansa mi alma, porque de El viene mi salvación; sólo El es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré  (Salmo 61, 2-3)

Señor, por cargar la cruz, ni siquiera pudiste abrazar a tu Madre.
Deja que yo la abrace y le diga lo que esa tarde de Viernes no pudiste; deja que le entregue todo el corazón, para consolar su angustia, para mitigar su pena.
Por cargar la cruz, sólo tus pupilas acariciaron el rostro de tu Madre.
Permite que mis ojos sólo vean la grandeza de tu amor y la ternura de María; que mis ojos descubran tu presencia donde quiera que haya ausencia y abandono.
Comprendo, señor, que mis pecados te ataron a una cruz, que el peso de mis culpas te agobió y que mis faltas hirieron el corazón de tu Madre Santísima.
Dame la gracia de reparar con la oración las penas que di a tu corazón, y con toda caridad desagraviar el dolor de tu Madre.

Oración: ¿A dónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido, salí tras de ti clamando, y ya te habías ido.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Quinta Estación - Jesús es ayudado por el Cireneo

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

No me abandones, Señor; Dios mío, no te quedes lejos; ven aprisa a socorrerme, Señor mío, mi salvación  (Salmo 37, 22-23)

Ningún amigo se acercó a ayudarte.
Lo hizo un desconocido. Señor, ¡qué quieres que te diga! Si yo no soy capaz de confortarte. Te necesito. Sé, Tú, mi cireneo. Es tanta mi pobreza, es tanta mi flaqueza, que mi corazón precisa tu grandeza.
Mírame con compasión. Dame la fuerza para acercarme a tu cruz, con la mía. Dame la luz que necesito para entender que eres Tú mi único descanso, que tu cruz es un tesoro, que abrazado a ella es que te adoro.
Concédeme la gracia de ser, yo, un cireneo para cuanto hombre vea vacilar, para el huérfano que pide, para la viuda que llora, para el enfermo que implora, para el que tirita de frío, para el que la existencia se le ha hecho seca, como el estío.

Oración: ¿Es posible, vida mía, que tanto mal te causé, que te dejé, que te olvidé, a pesar que tu amor sabía? Toda el alma de ti llena, me saca de mí, Señor, déjame llorar de amor como otras veces de pena.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Sexta Estación - La Verónica limpia el rostro de Jesús

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación,  invocando su nombre. Cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.  (Salmo 115, 12-14)

Tú, ves, Señor. Fuiste Tú quien lavó los pies de otros hombres para mostrar la modestia y el servicio como la forma más perfecta de quererte. Te secaré el rostro, Señor, las manos y los pies en los que vives: en los menesterosos, en los marginados, en los silenciados por el odio, en los discriminados.
Y como la Verónica, que no se avergonzó para ayudarte, dame la gracia de no avergonzar a ningún hombre al que yo ampare y de que la vergüenza no sea la causa de negar mi ayuda a los que la requieren.
Concédeme limpiar el rostro de los que son deshonrados por otros, de los que son engañados, del padre triste, de la madre abandonada.
Te ruego me otorgues la gracia de enjugar las lágrimas de los que no tienen trabajo,  de los que tienen cansancio, de los que la vida marcó.
Y, así como dejaste tus facciones en el paño con el que la Verónica limpió tu rostro bendito, deja tu huella en mi alma; conviérteme en un niño.

Oración: Señor, hallo tanto que querer y estoy tan loco por Ti, que si pudiera ser Dios, te diera todo mi ser.

 Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

 Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Séptima Estación - Segunda caída de Jesús

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Señor mío, todas mis ansias están en tu presencia, no se te ocultan mis gemidos; siento  palpitar mi corazón, me abandonan las fuerzas, y me falta hasta la luz de los ojos  (Salmo 37, 10-11)

Señor, cuando por segunda vez caíste, el sol no quiso hacerte caluroso el día, agobiarte no quería.
Acallaron las avecillas su piar; cuando inerme te vieron, querían llorar.
La piedra por ser tan dura sollozó y cuando en sus brazos te retuvo, se conmovió.
Yo, también, mi Dios. Soy como una piedra, dame un corazón misericorde.
Soy como un pajarillo, acógeme en tu mano.
Me fui un día cualquiera desde el jardín de tu casa.
Y errante estoy desde entonces.
Y te encuentro aquí, cansado de buscarme.
Aquí, Señor, estoy, me has encontrado.
Ya no me siento abandonado.
No llores Señor, no llores, que me vas a hacer llorar.
Como un niño, te quisiera consolar.

Oración: Porque es tarde Dios mío, porque anochece ya y se nubla el camino; porque temo perder las huellas que he seguido, no me dejes tan solo y quédate conmigo.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Octava Estación - Jesús consuela a las santas mujeres

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa; borra del todo mi delito, limpia mi pecado (Salmo 50, 3-4)

Necesito tu consuelo, tu amparo, el alero de tu casa.
Soy como una hoja de otoño. Recógeme y colócame entre las hojas del cuaderno de tu ternura.
Soy como un loco abejorro, déjame posarme en los pétalos de tu bondad; soy como un cordero perdido, ven a buscarme, amado Pastor, tómame en tus brazos y vuélveme al redil.
Soy como tierra agostada, seca, sin simiente; siembra en mi surco Señor.
Siembra en mi surco.
Soy, en fin, el hijo de Adán, y busco la casa tuya, tu sonrisa, el calor de tu compañía, la hondura de tu amor, tu palabra de cariño, la amistad, el contacto de tu manto, la luz de tus ojos, la bondad de tu mirada, tu comprensión.
Perdón, mi Señor.
Perdón.

Oración: Porque he sido rebelde y he buscado el peligro, y escudriñé curioso las cumbres y el abismo, perdóname Señor y quédate conmigo.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Novena Estación - Tercera caída de Jesús

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos  para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos  (Salmo 91, 8-9)

Señor: te vio caer la montaña y el río que corre junto a ella.
Te contempló, impotente, una estrella, el árbol del bosque, la centella.
Se silenció el trueno y el viento, gimiendo, se lo contó al ocaso.
Y aquí estoy, Señor, buscando tus ojos, para pedirte clemencia, para decirte que he vuelto, que se acabó mi ausencia, que viviré sólo en tu presencia.
Yo fui el que te empujé, mi Dios.
Perdona mi oración tímida, mi plegaria simple.
Sólo quiero decirte que cansaré tu oído con mi llanto, que te acariciaré con mi quebranto.
No apartes de mí tu mirada, no me huyan tus palabras, no me falte tu aliento.
Tú, Señor, que sabes de cada estrella el nombre, que habitas donde se hace azul el universo, perdóname, soy sólo un hombre.

Oración: Vamos niños al sagrario, que Jesús llorando está, pero en viendo tanto niños, muy contento se pondrá. No llores, Jesús, no llores, que nos vas a hacer llorar, que los niños de este pueblo te queremos consolar.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Décima Estación - Jesús es despojado de sus vestidos

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Mírame, ¡oh Dios!, y ten piedad de mí, que estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón  oprimido y sácame de mis tribulaciones (Salmo 24, 16-17)

No contento con ponerte una corona con las espinas dolorosas de mi soberbia y vanidad, te he dado golpes con el látigo del desagradecimiento y te he cargado con la cruz de la ignominia. Con mi ignominia. Pero, además, te he puesto desnudo sobre el madero, para recordarte la vergüenza que tuve de mi cuerpo.
¿Recuerdas cuando me acogiste en el jardín de tu casa y me cubrí con una hojarasca?
Tu bondad es tan sublime, sin embargo, que, sin pronunciar una palabra, me enseñaste como volver a la casa del Padre: desnudo, desnudo de vanagloria, oropel y bagatelas; todas naderías de mi idolatría nacidas.
Si, Señor, me desnudaré de mi impudicia y pereza, de mi molicie, de mi afanosa búsqueda de pequeñeces que no llenan mi corazón. Me despojaré de mi avaricia para vestir al desnudo, porque así te he visto y me ha dado espanto de haberte ofendido tanto.
Desnúdame, Señor, de mi maldad, y cobíjame bajo tu sagrado manto.
Estoy vestido, Señor, y tengo frío. Estoy harto y tengo hambre. Tengo mis bolsillos llenos y me siento pobre. Vivo libre y me siento preso.Vísteme, Señor, con tu desnudez; sáciame con el hambre de ti; vacíame los bolsillos y llénalos de misericordia, y aprésame entre tus brazos y hazme libre para sembrar concordia.

Oración: Señor, enséñanos a ser generosos, a servirte como tú lo mereces, a dar sin medida, a trabajar sin descanso y a no buscar más recompensa que saber que hacemos tu santa voluntad.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Undécima Estación - Jesús es clavado en la cruz

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Cargado con nuestros pecados subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para  la justicia. Sus heridas nos han curado. (1 Pe 2, 24)

Atravesé tus manos y tus pies, no con clavos sino con pecados.
Tus manos, Señor, igual a las mías; pero ellas sólo han repartido paz y ternura.
Las mías, amargura. Tus pies, hacia la choza del pobre han dado sus pasos.
Los míos hacia el ocaso.
Cada vez que levanté mis manos para horadar las tuyas, tuve que buscar tus sagradas palmas. Al entrar en los clavos, mordía mi propia alma.
Siempre, Señor, ahora lo entiendo, estuviste con las manos abiertas, generoso hasta en el dolor y tu rostro mirando al cielo mientras yo buscaba en ídolos, consuelo. Mi Dios, dame fuerzas para abrir mis manos; que de ellas salgan caricias, bondad, dulzura y caridad. Dame la gracia de mirar al cielo y clava Tú mi corazón con el deseo ferviente de tocar a la puerta de tu casa y decirte, sin temor, Abbá, Padre, aquí estoy. Abre, que te quiero, que me muero sin tu amor.
No permitas que mis manos ejecuten violencia ni mis pies me lleven lejos de tu presencia. Dame la gracia de que mis manos sean tus manos y mis pies sólo caminen a tu lado.

Oración: Méteme, Padre Eterno, en tu pecho. Dormiré allí, pues vengo deshecho del duro trabajar.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Duodécima Estación - Jesús muere en la cruz

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Este es el plan que había proyectado realizar por Jesús cuando llegase el momento  culminante: hacer que todas las cosas tuviesen a Cristo por cabeza, las del cielo y las de la tierra (Ef 1, 9-10)

Tú, como Abel, inocente.
Yo, como Caín, inclemente.
Te robé los vestidos y jugué tus prendas y a otros he robado sus haciendas, sus telares, su vivienda, el techo que les cobija, la honra de sus hijas. Y me perdonas, y amoroso me acoges, aún en la cruz pendiendo.
Señor, me estoy hundiendo. Ven. No me dejes.
Cuando tu amado rostro, demudado de dolor, desde la cruz miraba suplicante,  yo estaba allí, Señor, no sabía lo que hacía.
Sólo un ladrón, mejor que yo, suplicó tu perdón.
Dame, Señor Jesús, sólo la oportunidad de ser un buen ladrón.

Oración: Mi alma está colmada de tristeza. Consuélame, Señor, con tus promesas.
Ofrezcamos todos juntos nuestras vidas al Señor, los trabajos y los dolores, la alegría y el amor.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Decimotercera Estación - Jesús en los brazos de su Madre

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

Por este hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. el  tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad (Ef 1, 7-9)

Manos amigas te pusieron en los brazos de tu Madre Santísima, como un despojo.
Eras en sus brazos, Señor, como una rosa arrancada al jardín del Paraíso.
Como una avecilla herida. Como se dobla una gavilla. El dolor de su pecho de madre, bebida de vinagre. El llanto de sus ojos tiernos, una plegaria al Eterno. Su mirada triste, acongojada, como si tuviera el alma amortajada. Esa tarde el sol huyó. No quiso ver llorar a tu Madre. No quiso iluminar la escena y no se atrevió a dar luz a mi rostro desalmado cuando te puse en la cruz. Señor, yo quiero tenerte en mis brazos, llorar tus heridas, consolar tu quebranto.
Tenderé mi mano al marginado; al que llora enjugaré el llanto y al que pide le daré mi manto.  Porque en ellos vives, solitario, porque en ellos mueres de nuevo, en el Calvario.

Oración: Aquí nos tienes, purísima doncella, más que la luna bella, postrados a tus pies. Venimos a ofrecerte las flores de este suelo. Con cuánto amor y anhelo, Señora. Tú lo ves.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....


Decimocuarta Estación - Jesús en el sepulcro

Te adoramos Jesús, y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo. Amén

El es anterior a todo, y todo se mantiene en El. Porque en El quiso Dios que residiera toda  plenitud. Y por El quiso reconciliar consigo todas las cosas: haciendo la paz por la sangre de su cruz con todos los seres, así del cielo como de la tierra (Col 1, 17-20)

Y te puse en el sepulcro. Pero si yo soy un sepulcro. Blanqueado.
Te escondí como el ladrón las especies robadas; como el mentiroso, la verdad rechazada.Te levanté como un madero seco, y apenas mostré tu desnudez salieron brotes de fe, esperanza y caridad, en el ladrón, en la adúltera, en el leproso del pecado y en el ciego a tu bondad. Te levanté como un madero seco y de tu desnudez salió un vestido níveo y luminoso de perdón. En tu sepulcro no puse el madero, Señor. Permíteme hacerlo mío y cargarlo con la fuerza de la fe, con la alegría de la esperanza de que me esperas a la puerta de tu casa.
Dame el madero, Señor, para reposar allí el alma y el corazón y para ser lumbre y calor de estío, para tanto hombre que tiene frío.

Oración: Como están los ojos de los esclavos, fijos en las manos de sus señores, así están nuestros ojos en el Señor, esperando su misericordia. Mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora, porque el Señor escucha mi voz suplicante, porque inclina su oído hacia mí.

Por tu dolorosa pasión, Señor, ten piedad de nosotros y del mundo entero. Ten piedad de mí.

Padrenuestro..... Avemaría..... Gloria.....

 

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