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Madre Matilde Téllez


 

 

Matilde Téllez Robles, fundadora del Instituto Hijas de María Madre de la Iglesia, nació en Robledillo de la Vera, provincia de Cáceres, el 30 de Mayo de 1841. Fueron sus padres Don Félix Téllez y Doña Basilea Robles. A los diez años su familia se traslada a Béjar, provincia de Salamanca, por exigencia del trabajo de su padre, que era notario, y, en esta hermosa ciudad, a la par que abandona la niñez y se adentra en la juventud, descubre Matilde los amores de su vida: Jesús Eucaristía, la Virgen, los pobres, los niños necesitados, los enfermos...

Matilde pasa muchas horas en oración ante el Sagrario, y de su amor a Jesús Eucaristía, nace el Instituto Religioso que fundará el 19 de Marzo de 1875, solemnidad de San José, en esta ciudad de Béjar.

Ese día se han dado cita, en la Iglesia de Santa María, ocho jóvenes dispuestas a emprender la gran aventura de fundar una Congregación Religiosa. Pero sólo acuden dos: Matilde y María Briz, que pocos días antes, había dejado su novio para entregarse a Dios y al servicio de los hermanos necesitados.

Matilde no se arredra y sola, con su única compañera, emprende la marcha hacia la casa en la cual comenzarán la Fundación. Ella misma en sus Escritos Espirituales lo narra así: "Aquel venturoso día de San José, las dos se reúnen en su casita. Solas entran, bendicen al Señor, que aman más que a su vida, y éste las corresponde como sabe hacerlo a sus amadas... guardan soledad unos días... y meditando les dice Jesús:¿Dónde están mis pobres? ¿dónde mis niñas y jóvenes?. Al instante, poned Jesús mío dulcísimo consuelo, vuestras órdenes  que hemos venido a cumplirlas...".

Matilde y María Briz se entregan de lleno al apostolado entre los pobres. Abren una escuela diaria y otra dominical para las jóvenes, visitan a los enfermos y recorren las calles de Béjar llevando a todos el mensaje del amor de Dios: "El mundo esta lleno de necesidades, todos tienen corazón, yo voy a buscarte los que pueda; yo te los traeré".

Han pasado unos años; ya son seis en la comunidad. Es necesario una casa más grande y, además, darse a conocer. Después de unos meses de peregrinación por los pueblos del Obispado, llegan a Don Benito, en la provincia de Badajoz, que abre sus puertas a Matilde y sus religiosas.

Cuidan a niños necesitados, atienden enfermos, pasan largos ratos de oración junto al Sagrario y, al producirse en 1885 la epidemia del cólera, dedican todos sus esfuerzos a  atender a los apestados. María Briz muere cuidándolos. Sólo tiene 34 años, pero ha entendido lo que es amar sin medida. Matilde y sus hermanas continúan su vida de ORACIÓN, ACCIÓN Y SACRIFICIO. Fundan escuelas y hogares para los niños, hospitales para los enfermos... La Congregación empieza a extenderse: Cáceres, Almendralejo, Trujillo... Todas las fundaciones llevarán un denominador común: desinterés económico y servicio a Dios en la persona de los necesitados.

Haciendo este camino muere Matilde en Don Benito, Badajoz, el 17 de Diciembre de 1902, fuera de su casa, en cama ajena, cuando iba a realizar un viaje para servir mejor. Tal como ella deseaba, su vida había sido "un acto de amor".

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EUCARÍSTICA:

Sus Escritos Espirituales y su vida ponen de manifiesto que la Eucaristía fue su centro, lo que más llama la atención de su alma es la Eucaristía-Comunión y la presencia permanente de Jesús Sacramentado, todo ello perfectamente coherente con el clima espiritual de la época que le tocó vivir.

Esos dos aspectos del Misterio Eucarístico ella los vive con locura como lo ponen de manifiesto los siguientes párrafos: "¡Cuánto amaba a Jesús Sacramentado!. ¡En medio del invierno ardía al acercarse a un Sagrario!."

"... ¡Está loca mi alma; mi razón no se encuentra!. Es que ha salido mi espíritu preguntando: ¿quién no amará al Santísimo Sacramento? ¿quién en sus aspiraciones y deseos, no descansa en su altar de ventura? ..."

"... Estando Sacramentado, ¿cómo es posible vivir lejos de un Sagrario?. Todo el poder del cielo quería tener, cuando me vienen los deseos de meterme en un Sagrario".

"Paso las horas a tu lado y me retiro con más deseos de estarme". "No habiendo en mi corazón sitio para hacer un Sagrario me tengo de llamar desgraciada".

"...¡Digame todo el mundo y todo el cielo!: ¿Qué hay más grande que JESÚS SACRAMENTADO?. ¡Sus dulzuras, sus abrazos, sus abrumadores consuelos, son vida del alma y hartura necesaria del cuerpo!..."

"¿Dónde se gozará más que a los pies de nuestro Salvador?. Todo lo que dan en cambio es nada; no se puede admitir lo que no se llama: Jesús Sacramentado, Sagrario, Comunión, Acción de gracias o adoración."

"Es el enemigo de mi bien, el que desea que yo esté contigo poquito. Pero María me acompaña a todas horas y no deja de recordarme un Sagrario"."Quisiera ser un cielo de perfección, para poder resistir el calor que despide el Sacramento..."

 En la Eucaristía contempla todos los misterios.                        

 "Todo es Sacramento en mi  camino". Todos los días, sabe a Sacramento el mundo...¿Qué dirán los ángeles, cuando nos vean oficiosas comulgando?."

En todos estos pensamientos y en muchos más vemos en M. Matilde una mujer enamorada de Jesús Sacramentado. Por eso decía también ella: "Querría poblar el mundo de adoradores del Sacramento adorable".

Todo este florilegio es más que suficiente para decirnos del fervor eucarístico de M. Matilde. Anotemos que ella desde seglar comulga todos los días, cosa no muy frecuente en aquellos tiempos. Luego será práctica también de su Congregación, adelantándose en esto a lo que será luego general después de los decretos de San Pío X.

"Uno de los puntos de la regla es comulgar todos los días, dejando entre la semana uno en reverencia del Sacramento...".

También nuestra Congregación cultiva la adoración al Santísimo Sacramento regularmente durante siete horas al día, turnándose las hermanas. Con el espíritu de desagravio, muy en consonancia con el ambiente piadoso del siglo XIX.

Y vivirán una presencia Eucarística constante, siempre con Él, fomentada por las visitas repetidas al Sagrario. Este clima Eucarístico constituye el espíritu, el secreto esencial, de la Congregación.

Toda su vida gira entorno al Sagrario. Vivió todo el misterio de Dios desde el misterio eucarístico. Se siente llamada a ser "adoradora perpetua", es la forma que ella intuye como respuesta, al amor permanente de Jesús en el Sagrario. Sin embargo, la "adoración" de Madre Matilde no termina ante el Santísimo.

Su originalidad eucarística consiste en la fusión vivida, sin confusiones, entre Cristo-Eucaristía y el hermano pobre. Así lo expresa con toda claridad en sus Escritos Espirituales.

"Nosotras, Jesús mío, siempre contigo, ya sea a tus plantas postradas, ya sea en la persona del pobre enfermo, ya del párvulo inocente o de la juventud ignorante, de todo el que llame a nuestas puertas".

MARIANA:

Desde muy niña, Matilde Téllez, experimentó un grande y filial amor por la Virgen, que se consolidó en su juventud al calor de la Asociación de Hijas de María de Béjar, de la cual fue presidenta durante largos años.

Pronto descubrió que la devoción a María no consistía sólo en encomendarse a Ella, sino en experimentarla como Madre y Maestra, dejándola que formara su corazón, que la acompañara en su oración, y fuera su intercesora y mediadora en sus relaciones con Jesús. Esta devoción de Madre Matilde a la Virgen tiene, lógicamente, proyección en la fundación del Instituto, el cual "está íntimamente vinculado a la Virgen María, a quien tenemos como títular y patrona bajo el título de Madre de la Iglesia, (...) la veneramos con amor  y confianza filial, y nos entregamos a Ella (...) para que nos forme según el Evangelio y nos guíe a la Eucaristía. Animadas de su amor, cooperamos en su función maternal realizando nuestra misión evangelizadora.

NAZARETANA:

La Sierva de Dios dio a sus comunidades por modelo a la Sagrada Familia de Nazaret, formando en este estilo, a las primeras Hermanas con las que vivió en comunidad. Este modelo de vida nos induce a distinguirnos por un estilo de vida sencillo y humilde, alegre y satisfecho, sin ambicionar nada.

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Los rasgos fundamentales del Carisma de las Hijas de María Madre de la Iglesia se podría resumir así: la centralidad de Cristo Eucaristía y María como Madre y Maestra.

"La experiencia espiritual del amor de Jesucristo en la Eucaristía, es la fuente originaria de nuestro Carisma, de nuestro espíritu y de nuestra misión evangelizadora en la Iglesia". "De la Eucaristía nace en nosotras una viva respuesta de amor a Jesucristo y en Él y con Él, a todo el mundo, llevando la buena nueva del amor del Padre, con preferencia y de una manera integral, a los pobres, a los pequeños, y a los que sufren.

Nuestra ambición es estar siempre con el Señor, ya haciéndole compañía en el Sagrario, ya sirviéndole en la niñez y juventud necesitada, en la persona del pobre enfermo o de todo el que llame a nuestras puertas".

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Desde la misma actitud que caracterizó la obra de Matilde, tratando de ser, como ella, mujeres de ojos abiertos para ver, y manos abiertas para acoger, sus hijas, a lo largo de casi un siglo, han buscado y buscan hoy, mantener viva esta ambición de Matilde:

 

 

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